Como adivinanza no está mal... una pista, en un mes mas o menos de vuelta a los aeropuertos, la mochila a la espalda, la sonrisa desplegada, el corazón que entona himnos tribales mientras, ya lo veo, no puedo parar de hablar a un Laurent reflexivo que me escucha pacientemente, como la lluvia tras el cristal, pero es que ya nos conocemos bien jejejeje, cada uno evacua su emoción como puede.
En un mes y unos días, nos vamos a Mysore, quien nos tiene cerca ya sabe que es la cuna de Ashtanga Yoga, que es el regalo que la vida nos trajo a través de Andrés Benítez, en Asunción, y después de ese dos de junio, todos los días desenrollamos el tapiz de yoga, y la practica comienza, a veces el cuerpo es dúctil y fresco, cada asana un placer... otros días la concentración se escapa a cada respiración, los músculos están como petrificados, la impaciencia toma el poder.... pero todos los días se progresa, y todos los días, al final de la práctica hay un inmenso sentimiento de gratitud hacia todos aquellos que hicieron posible que podamos practicar Ashtanga.
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